El hombre rompe las cadenas de Prometeo

Para Umberto Galimberti, la tecnología se puso en su día al servicio del hombre y podía decirse que era buena o mala según el uso que se hiciera de ella. Hoy en día, la tecnología ya no tiene una dimensión modesta y es difícil de “subyugar”. La tecnología se ha expandido increíblemente, convirtiéndose en protagonista indiscutible del presente y del futuro. La tecnología ya no es un simple instrumento (medio) de la historia. El hombre es un mero “funcionario” de la tecnología. La eficiencia es el parámetro más importante para medir al hombre.

Hoy en día, nuestra capacidad de “hacer” es mayor que nuestra capacidad de prever los efectos de nuestro hacer[1]. A nivel técnico nos movemos a ciegas. El hombre ha perdido la virtud prometeica de la previsión. Los dioses de la antigua Grecia habían encadenado a Prometeo. Prometeo había dado a los hombres el don de la tecnología. En la antigua Grecia, la tecnología estaba subordinada a la naturaleza. El hombre tecnológico ha “desencadenado” a Prometeo[2] sin tener una comprensión precisa de los límites de lo que ha desencadenado[3].

3] Según Martin Heidegger, para el pensamiento calculador “el mundo aparece como un objeto, un objeto al que el pensamiento calculador lanza sus asaltos, al que, se cree, nada puede oponerse. La naturaleza se transforma en un único y gigantesco depósito, se convierte en la fuente de la energía que necesitan la tecnología y la industria modernas”[4] .

La ciencia no es pura. La técnica no es una simple aplicación de la ciencia. Lo cierto es lo contrario. La técnica es la esencia de la ciencia. La ciencia no mira el mundo para contemplarlo. La ciencia observa el mundo para manipularlo[5]. Para Galimberti la esencia del Humanismo es la ciencia. Con la ciencia, el hombre se convierte en “dominator et possessor mundi”[6].

El paso histórico es el de los medios a los fines. De la tecnología (antiguo medio) para el hombre (antiguo fin) hemos pasado al hombre (nuevo medio) para la tecnología (nuevo fin).


[1] U. Galimberti, «La tecnica ci mangia l’anima», intervista rilasciata a Il Dubbio (Carlo Fusi), 23 aprile 2019.

[2] U. Galimberti, La Sfida di Prometeo – L’Occidente e il senso del limite, Feltrinelli, 2010, 531.

[3] In tal senso M. Heidegger in una lezione del 1955, L’Abbandono (1959) : «Il mondo si trasforma in un completo dominio della tecnica. Di gran lunga più inquietante è che l’uomo non è affatto preparato a questo radicale mutamento del mondo». Interessante, sempre in argomento, è il saggio di F. Sollazzo, Heidegger e la tecnica. Una introduzione (contenuto in Martin Heidegger, La questione della tecnica, edizioni goWere, 2017).

[4] M. Heidegger, L’Abbandono (Titolo originale “Gelassenheit“. Traduzione e note di Adriano Fabris), Il Melangolo, 34. Inoltre in argomento: M. Heidegger, La questione della tecnica, in Saggi e discorsi, a cura di G. Vattimo, Mursia, Milano, 1976.

[5] C. Brambilla, La scienza sotto accusa, La Repubblica, 27 maggio 2003.

[6] U. Galimberti, «La tecnica ci mangia l’anima», intervista rilasciata a Il Dubbio (Carlo Fusi), 23 aprile 2019: «La tecnica è ormai diventata il soggetto del mondo e gli uomini si sono trasformati in apparati di questa tecnica. Il grande capovolgimento sta qui… Se la tecnica diventa il canone universale per realizzare qualsiasi scopo, non è più uno strumento bensì il primo e pervasivo scopo di esistenza».